De Somo a Langre

El domingo 21 de noviembre llegamos a Somo y nos decidimos a iniciar la marcha hacia el Cabo Quintrés pues, aunque hacía bastante viento, había nubes y claros; como no llovía arrancamos el paseo, aunque llevamos un par de coches sólo hasta la playa de Langre, para finalizar la marcha allí.

 Nada más iniciar el recorrido pasamos junto a unas viviendas asentadas sobre la misma arena de la playa. Se podía apreciar todavía cómo la marea y el oleaje había llevado la arena hasta los mismos jardines.
 Aunque la mañana estaba fresca y ventosa, estaba la playa llena de personas haciendo deporte.

Pero había más edificios sobre la misma playa. Nos llamó la atención éste por su avance sobre la arena y el enorme muro de hormigón que habían cosntruido para defenderse del avance del mar.
 Como se puede apreciar aquí, el intento ha sido vano, pues los envites de las últimas mareas han destrozado los cimientos del muro de hormigón y ha penetrado el agua dentro del edificio. Quienes viven en estas condiciones estarán permanentemente en peligro cada vez que haya fuertes mareas. Es un ejemplo vivo de lo que no se debe hacer.
 
 Pero el avance del urbanismo no se ha llevado a cabo sólo por iniciativa privada. En esta foto podemos apreciar una de las calles de Somo que llega hasta la misma playa. Han tenido que levantar un muro de arena de más de dos metros para que el agua de mar no penetrara por todas las calles e inundara los bajos de las viviendas.

 Más adelante recorrimos el monte de Somo, desde cuyas altas dunas pudimos apreciar el mar y Santander a lo lejos.

Desde las mismas dunas cubiertas de arbolado y de plumero, hacia el este se apreciaba Loredo. Estamos en Somo, una de las playas más extensas del Cantábrico

 Enseguida llegamos a Loredo, donde nos sorprendió otro hecho: las mismas mareas que habían producido desperfectos en Somo, también habían penetrado en la zona urbana de Loredo. Lo más llamativo había sido que las mareas habían movido la arena y taponado el desagüe del arroyo. Tuvieron que mover con máquinas toneladas de arena para dejar abierto el desagüe.
 Seguíamos por el borde este de la Bahía de Santander y no perdíamos de vista la península de La Magdalena y los edificios más altos de la ciudad.

Nos extrañamops de que todavía quedaran restos del chapapote del Prestige, nueva años después, en las rocas localizadas al este de la Playa de Loredo.

Enseguida subimos a las praderías que se localizan entre Loredo y Langre. Desde la altura se apreciaban los acantilados, que recuerdan los de Costa Quebrada.

 Por esa zona se encuentra la Isla de los Conejos, uno de los islotes más extensos del Cantábrico. Por esa zona el viento arreciaba y nos cayeron algunas gotas de lluvia, pero de modo leve.
La mayoría de las fincas que atravesamos son propiedad de la empresa Emilio Bolado, que esperaba obtener buenos beneficios de su urbanización, pero ahora están aprovechados para la ganadería en vista de que no se puede construir. Los padros estaban muy húmedos de la lluvia de los días anteriores. 

Llegamos pronto a playa de Langre, con unos oscuros nubarrones al este que nos indicaban que por aquella zona la lluvia arreciaba. Hicimos bien en recortar el recorrido, pues habíamos conseguido realizar casi todo el camino sin mojarnos.

Aprovechamos el fondo de la playa para hacernos una foto colectiva, de la docena de personas que nos decidimosa llevar a cabo la marcha,

Las dos playas de Langre estaban casi desiertas; tan sólo algunas personas se encontraban en el aparcamiento disfrutando de las vistas.

El oleaje dejaba este color sobre la playa que contrastaba con el gris de las nubes y el casi negro del cabo Quintrés al fondo, a donde en esta ocasión no llegaríamos pro precaución. Finalizamos la marcha sobre las 13:00 horas en el aparcamiento de la playa de Langre. UNos minutos más tarde apareció la lluvia, pero ya estábamos de vuelta a casa.

¡Hasta la próxima!

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