El domingo 8 de febrero amaneció lluvioso y con frío, pero nos juntamos cinco personas en el pabellón La Habana Vieja de Torrelavega. Había nevado los días anteriores y esperábamos encontrar cerca nieve fresca.
Entre varias alternativas decidimos partir para el valle de Iguña y comprobar hasta dónde había llegado la nieve. Subimos hasta Pujayo, pero la nieve se encontraba un tanto alejada del pueblo y optamos por subir más alto, hasta Aguayo. Ya desde el mismo cruce de Pesquera se veía nieve abundante en los costados de la carretera y empezaba a caer nieve ligera. Nos cruzamos con el tractor quitanieves del ayuntamiento que estaba limpiando los accesos a los pueblos.
Nada más pasar Santa María de Aguayo y antes de llegar a San Miguel de Aguayo cogimos el camino junto al arroyo Puntedas (800 m.). Iniciamos la marcha hacia las 10:30 horas en dirección a la cola del Pantano de Alsa. Pilar arrancó la primera abriendo camino.
La abundante nieve hacía que algunos árboles estuvieran arqueados totalmente marcando unas formas lindas.
Con un bastón Pilar retiró un poco de nieve que había sobre un muro haciendo un agujero y aproveché para tirar unas fotos desde el ventanal que abrió. Sobre el muro había unos 30 cm. de nieve fresca.
Enseguida nos pusimos en fila para aprovechar mejor la nieve pisada. Como había decidido a última hora incorporarme al recorrido no había podido alquilar unas raquetas y me vi obligado a pisar sobre las huellas para no hundirme. Quienes iban delante me pisaban la nieve. Por cierto, el perro fue un valiente, pero tampoco se salía de la estela.
Pronto llegamos hasta el dique y la cola del pantano de Alsa. Aunque nevaba y el viento era fuerte, se aguantaba bien la marcha, pues pronto entramos en calor. Enseguida giramos hacia la derecha y subimos por el Plantío hacia la cumbre del Matahoz (a 995 m.). Este tramo fue el más costoso, especialmente para mí, pues la nieva era muy profunda y fresca. Con las raquetas se hundían casi medio metro y yo, aunque iba detrás, me hundía casi totalmente las piernas, provocándome un esfuerzo enorme para avanzar; en ocasiones lo tenía que hacer a gatas, pues de otro modo me era imposible. ¡Menos mal que duró poco el suplicio! Toño me vio agobiado y me dejó sus raquetas para llegar a la cima.
Desde el alto de Matahoz se podía ver al sur San Miguel de Aguayo (835 m.), así como al oeste Santa María y Santa Olalla de Aguayo (812 m.).
La vista de Santa María de Aguayo totalmente nevado era excelente, aunque la caída de la nieve no permitía ver muy lejos.
El recorrido había durado dos horas y cinco minutos. Llegamos en buen estado los seis: Floren, Juan, Toño, Pilar, Josema (de izquierda a derecha) y la mascota.
Bajamos hacia Bárcena de Pie de Concha disfrutando del paisaje nevado de las Hoces, ahora sin tráfico rodado. Nos recuperamos con unas sabrosas rabas acompañadas de diversas bebidas.
¡Hasta la próxima!
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