El domingo 8 de mayo organizamos la marcha a San Glorio, de modo conjunto, desde tres puntos de partida: el grupo de León salía desde Llánaves de la Reina y ascendía hasta el Boquerón de Bobias; el grupo de Palencia salía de Cardaño de Arriba y llegaba al Pozo Lomas; el grupo de Cantabria partíamos del puerto de San Glorio y nuestro destino era el mismo que el grupo de León, el Boquerón de Bobias. En esta ocasión se nos proponía recoger testimonios fotográficos de la fauna, la flora y el paisaje. La Plataforma de San Glorio, el grupo URZ de León y Ecologistas en Acción nos animamos a convocar esta actividad en Defensa de San Glorio, amenazado por el proyecto de urbanización y construcción de unas pistas de esquí, promovidos por la empresa Tres Provincias.
Unas 45 personas de Cantabria llegamos al puerto de San Glorio y nos sorprendió el fuerte viento y la baja temperatura (sólo 6º) que hacía a las 10:00 de la mañana. Nos pusimos más ropa de la que llevábamos encima y lamentamos haber dejado en casa los guantes.
Unos minutos más tarde de las 10:00 partimos, pues no estaba el día para permanecer en pie sin moverse.
Aunque el viento intenso nos producía una sensación de más frío del real, pronto conseguimos llegar a una zona con más calma y el propio movimiento nos permitió marchar con más comodidad.
Pronto empezamos a tirar las primeras fotos; en esta ocasión para recoger una planta aterciopelada, que nadie supo reconocer por su nombre. Si alguien se anima, que nos escriba y nos cuente algo de ella.
Se ha animado UPE y me ha dicho que el nombre de la especie es Ajuga pyramidalis. "Es una planta de la familia de las Lamiáceas o Labiadas. Relativamente frecuente en los pastos de montaña. Florece de abril a agosto. Los tallos son tiesos y están provistos de numerosas hojuelas que, por su disposición, le dan a la planta su aspecto piramidal, de ahí su nombre. Las hojas son ovaladas y vellosas. Las flores son de color azul con dos labios, de los cuales el superior es casi inexistente y el inferior está dividido en tres lóbulos".
De improviso, alguien comentó que había visto un ciervo. Eché una mirada y sólo pude hacerle una rápida foto, antes de que se alejara y se perdiera entre la vegetación y los riscos. Gracias a NILO por comentarme que es un ciervo macho, con las cuernas en proceso de crecimiento.
Pero no sólo nos preocupaba el viento frío; a lo lejos se veían unas nubes bajas que nos hacían temer por la lluvia.
La pradera estaba de un color verde intenso, con numerosas zonas encharcadas. En ese momento el collado del Boquerón de Bobias estaba algo más despejado y comenzamos la ascensión en mejores condiciones.
Tuvimos que pasar varios arroyos con abundante agua; el deshielo y las lluvias aportaban un buen caudal.
En un momento dado nos llamó la atención algo raro en una pequeña piedra, junto al camino; cuando nos acercamos nos sorprendimos al ver un pequeño panal, con la avispa escondida detrás; tampoco intentamos molestarla, no fuera a castigarnos.
La subida al collado fue tranquila; cada cual cogió su ritmo; el primer grupo paró dos veces para agruparnos momentáneamente.
Desde lo alto estaba impresionante el valle del Naranco; esta vez no había animales pastando como otras veces habíamos visto; dentro de poco comenzarán a subir las reses.
Desde el Boquerón de Bobias apenas nos asumamos unos segundos para ver los montes más elevados, que mantenían pequeñas manchas de nieve. En el collado el viento era más fuerte, incluso que en el puerto de San Glorio.
Aguantamos un rato en el Collado para hacernos unas fotos de recuerdo y decidimos bajar a comer al refugio de Tajahierro, pues no había aparecido el grupo de León.
Al inicio del descenso vimos ya un grupo que ascendía e Íñigo se encargó de bajar y comprobar que era el grupo leónes. Hicimos una parada para esperarles lo más agrupados posible, aunque algunos fueron bajando lentamente.
Nos contaron que habían llegado más tarde de lo previsto a Llánaves de la Reina y que por ello iban atrasados con respecto a nuestro grupo. Había niños pequeños que también habían retrasado a parte del grupo.
Nos cruzamos y hubo saludos y encuentros de personas conocidas. Fue una pena que no hubiéramos coincidido arriba, pues seguro que hubiéramos conversado un buen rato.
Siguió todo el grupo hasta el Boquerón de Bobias; después iban a volver al punto de partida por otro camino. Uno de los peques le vimos a hombros de su padre. Unas 50 personas habían acudido a la llamada desde tierras leonesas.
Aprovechamos la bajada tranquila para seguir haciendo fotos de algunas flores que se ofrecían a nuestros objetivos.
Cuando estábamos en la cercanía del albergue de Tajahierro vimos cantidad de narcisos florecidos.
Aprovechamos las paredes para recostarnos y refugiarnos parcialmente del viento. Una comida, como casi siempre excelente, después de un día de marcha.
¡Hasta la próxima!